Libros de Allison Chase

Portada de

Autor: Gina

Temática: General

Descripción: No podía ser que su Retrato de una dama de Southwark, el cuadro que Alessio había prometido incluir en la exposición, hubiera levantado tanta controversia, tanta... aversión. Pero incluso mientras esa idea cobraba forma en su mente, la multitud que parecía enjuiciarla se puso aún más tensa, e hizo un movimiento en bloque hacia atrás, como si quisiera distanciarse de ella lo máximo posible. ¿Tan mala era su pintura? Miró a su derecha. Su madre exhibía su habitual expresión, mezcla de autosuficiencia y bobo oportunismo. Millicent Thorngoode nunca había aprobado que Nora tuviese contacto con el signore Alessio. Desde hacía años, se lamentaba de que su hija se dedicase a una ocupación masculina, tal como ella solía describirla, y soltaba desdeñosos y exagerados suspiros cuando le veía pintura bajo las uñas. Así y todo, había esperado que ese día Nora se le presentara a una luz más fascinante. Incluso quizá que, con un poco de suerte, atrajera a algún joven candidato soltero con vistas a un posible matrimonio. Por el momento, Nora no se sentía particularmente atractiva, ni ninguna de las miradas que le dirigían denotaban la más mínima benevolencia. A su izquierda, su padre también lo percibió. Sus duros rasgos habían pasado del gesto de indulgente orgullo a una mueca de gélido desafío, como si esperara el primer insulto para abalanzarse sobre quien fuera. —¿Dónde diablos está el signore Alessio? —La pregunta de su madre rompió el silencio. Un rumor de especulaciones se elevó de entre la multitud. Sí, era una buena pregunta. Alessio debería estar allí para recibir a sus invitados y admiradores y para desvelar la pintura que había elogiado como la primera verdadera obra de arte de Nora. ¿Qué clase de mala suerte lo mantenía alejado justo entonces? Ella sólo tenía una opción: cruzar la galería con la frente bien alta y descubrir qué era lo que todos los demás obviamente sabían. O que, como mínimo, suscitaba una opinión tan unánime. A cada paso que daba, la concurrencia se apartaba y un estrecho camino se iba abriendo con lentitud. Sus padres la seguían de cerca. Más adelante, entre la multitud, los colores y las formas plasmados en un lienzo rectangular comenzaron a tomar forma. Una forma que no era en absoluto la de la dama de Southwark. En su retrato de la dama no predominaba de aquel modo el carmesí, ni sus colores se difuminaban en los oscuros y aterciopelados bordes de la pintura como en aquel cuadro. Los tonos escarlata de la obra se mezclaban con pinceladas del rosa más limpio y con el más suave marfil. Un destello dorado agregaba lustre a una franja de suntuoso castaño. —¡Es hombre muerto! La exclamación de Zachariah Thorngoode silenció el grito ahogado de Nora, a la que la consternación había dejado boquiabierta. Con los ojos desorbitados y la misma expresión estupefacta de la audiencia, miró el 6

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