Autor: soni
Temática: General
Descripción: 6 Una cosa es segura, van a aprender que jugaré sucio si tengo que hacerlo. —Aterrizaremos en cinco, señor —dice el piloto en mis auriculares, y asiento. Empecé Luxury Resorts hace diez años después de morir mi padre. Había tomado la pequeña herencia que me dejó y comencé con un hotel. Dejé la universidad contra los deseos de mi madre, sabiendo que necesitaba concentrarme en el hotel. Había tenido razón. Ahora todo el mundo en los Estados Unidos conoce Luxury Resorts y reserva con nosotros con un año de anticipación para conseguir habitación. Tengo hoteles por todo el país y tal vez un día, me expandiré fuera del país. Uno de mis hoteles más populares es el de Dynasty Island. Las playas son absoluta perfección, pero más allá de eso, no hay nada que hacer realmente en la pequeña ciudad. No entiendo por qué la gente lo ama tanto. Una cosa que sé es que necesitamos más habitaciones. Se puede hacer dinero aquí y voy a hacerlo. Veo mi resort aparecer a la vista cuando el piloto empieza a descender en el helipuerto en la parte trasera del hotel. No pierdo tiempo en salir de un salto. Saco mi teléfono y llamó a mi asistente. —Señor Armstrong —responde Kelly al primer tono. —Mantén el helicóptero aquí. No planeo quedarme —le digo, a pesar de que empaqué una bolsa solo por si acaso. No quiero estar aquí más tiempo del que necesito. La bolsa es una precaución en caso de que me quede atascado en alguna parte. Voy a entrar y salir y tomar el helicóptero de nuevo al aeropuerto donde mi avión está esperando en modo reposo. —Sí, señor —replica. Alzo la mirada y veo nubes oscuras en la distancia. —Además, busca extensiones de tierra a la venta que podría usar para una pequeña pista de aterrizaje. Jodidamente odio los helicópteros. Tal vez esto podría ser además un servicio que ofrecemos para nuestros clientes del hotel. Los VIP podrían venir e irse en aviones sin tener que usar el ferri o el helicóptero. —En ello. Cuelgo sabiendo que tendré un correo en mi bandeja de entrada sobre potenciales pedazos de tierra para el final del día. Kathy podría volverme loco a veces, pero es buena en lo que hace. Nunca tengo que pedirle que haga nada dos veces. Simplemente será hecho. Me dirijo hacia el auto esperándome. El conductor había estado apoyado contra el lado del vehículo y se aparta para abrir la puerta trasera del Cadillac para mí. —Conduciré —le digo. Asiente, lanzándome las llaves. Las atrapo, luego rodeo el auto y me deslizo en el asiento del conductor.